miércoles, 26 de agosto de 2015

¡YA VOY!






        ¿Os suena de algo, el “ya voy”?, por que yo no se a vosotros, pero a mi me saca de quicio. 

Creo que es una frase, que nos implantan en el subconsciente, y que al llegar la pubertad, se nos activa, como en la película “in time”, que llegada una edad el reloj se ponía en marcha (bueno, ese reloj era más maléfico), pero por comparar. Pues eso, llegada esa aborrescencia, ese “palabro bonito”, empieza a ser usado en todo: Cielo, ¿puedes traerme la camiseta que tengo en el cajón?, contestación: ya voy... Cariñooo, (ya con tono más cabreado y habiendo pasado media hora), ¿puedes traerme la puñetera camiseta?, ellos con el mismo tono, y en la misma postura que estaban: ya voyyyyy...(encima ya lo sueltan con rintintin), y de repente, como ya llevamos mili hecha, le decimos: Anda, ¡menudo cochazo hay aparcado en la puerta!, y antes de que acabes de decir “puerta”, ya lo tienes a tu lado, así que lo miras y le dices: ¡Anda, si te puedes mover y todo! ¿me has traído la camiseta?

Da igual la pregunta que hagas, como la hagas y en el tono que la hagas, la contestación es siempre la misma. ¿Pero que pasaría si se lo hacemos nosotros?, nos ponemos en situación.

Ese sábado por la noche que quieren salir con los amigos, y además ese sábado, te toca a ti estar de taxista, (que esa es otra, pero bueno, eso ya lo hablamos en otro momento) y él ya está arreglado como una hora antes, por que está deseando verse con sus amigos. 

        -Mamá, ¿te falta mucho? Tú, que aún estás en plan cómodo, viendo una peli tranquila en el sofá, le dices: ya voy. A la media hora, ya empieza a desesperarse, y te vuelve a preguntar, ya con tono más preocupado: Mamaaaaa, pero ¿te falta mucho?, y tú con tono tranquilo y pasota, le vuelves a contestar: ya vooooy. Él que piensa: ¡ya está! verás como deja de ver la película (y tú que ya te los estás esperando) y te suelta: ¡Madre mía, que cochazo hay en la puerta! y tú le sueltas: ufff, ¡por que no has visto el que hay aparcado en la calle de atrás desde esta mañana! y antes de que termines de decir la frase, ya escuchas la puerta, por que se ha ido corriendo a ver el coche de la calle de atrás. 

Y ahí viene el momento apoteósico, cuando estás esperándolo detrás de la puerta, muerta de la risa, y ves esa carita, y puedes leer perfectamente lo que está pensando, aunque hay algunas cosas que mejor no leerlas, y cuando entra cabizbajo en casa, y tú piensas que es por que se ha dado cuenta de que le has tomado el pelo, y va y te suelta: ya me lo podías haber dicho antes, se lo han llevado. En ese instante, te das cuenta, de que a pesar de creerse el Rey del Mundo, sigue siendo un niño inocente, que lucha por entenderse y coger su sitio en el mundo.

Eso si, siempre seguirá fastidiado, por que nunca vio ese “cochazo” que tú si que viste, por que ese secreto se irá contigo....bueno, ahora ya no.


martes, 25 de agosto de 2015

¡¡Hormonas en revolución!!










         Hay momentos muuuuuy complicados durante la aborrescencia. Esos momentos en los que se dan cuenta de que ya no son niños, y todo les viene grande. Aún recuerdo la frustración que yo sentía, de ver que quería comerme el mundo, pero no estaba preparada para hacerlo…y creo que aún hoy en día, no lo estoy. Pero bueno, aquí se trata de hablar de ellos, de sus miedos, sus alegrías, sus descubrimientos, SUS HORMONAS…¡madre mía como andan estas últimas!

Se convierten de repente, en un mar de hormonas rugientes, ¡y a ver quién es el guapo que le pone puertas al campo! Ahí sólo puedes empezar a confiar en haberle dado una buena educación, en todos los campos.

Les da vergüenza hablar contigo de sexo, y también hay muchos padres que se cortan a la hora de hacerlo, aunque creo que es un error, ya que si se guían por parte de los amigos (que saben lo mismo que ellos...bueno, excepto el que ya se ha comido 20, pero que se le ha olvidado contarles, que fue en el parchís), pueden liarla, ya que andan todos igual de perdidos.

Tienes esas subidas de hormonas, en las que un día tienen cara de niño, y al siguiente, ves que le ha crecido una nariz enorme, que te preguntas: ¿cuando adopté yo a Pinocho? sus facciones empiezan a cambiar, pero cada una va a lo suyo. Que digo yo, que se podían poner de acuerdo, pero claro, entonces no sería tan divertido, ver esas caras intentando ubicarse cada cosa en su sitio, y algunas de dimensiones desproporcionadas, que piensas: como esto no se le arregle...

¿Y que me decís de esos llantos sin saber a cuento de que? y lo siento, pero eso pasa igual en chicos, que en chicas, no es exclusivo nuestro, lo que pasa es que ellos no lo cuentan...¿como van a perder ellos su hombría hablando de eso? ya se sabe, los chicos no lloran...

¿Y esa sonrisa que se pone la primera vez que se enamoran? es que no falla: mirada perdida, sonrisa de medio lado, y de vez en cuando se les escapa un “jeje” a la misma vez que mueven los hombros, (lo que llamamos sonrisa tonta) y que nosotros captamos al vuelo. Y da igual que les estés hablando, cantando o estés tocando los platillos, a la misma vez que montas en patinete vestida de tirolesa, para ellos pasa desapercibido...y ahí, ahí te das cuenta, de que tu hijo ya ha pasado a otra época, ni mejor, ni peor que la anterior, diferente, y que tienes que hacerle saber, que aunque ahora sus amigos, pasan a formar más parte de su vida, que su familia, tú vas a estar ahí siempre.

Porque aquí empieza nuestra lucha, la de verdad. Hasta ahora con achucharlos y cuidarlos, ellos estaban bien. Pero en este momento que están viviendo, es cuando la paciencia tiene que venir a nosotros, por que ellos se descolocan, y si nosotros no les ayudamos a colocarse (para algo somos la generación del Tetrix), se perderán y entonces, todo lo anterior no habrá servido para nada. 

Ahora toca, reir con ellos y sus cosas de aborrescentes, darles un sartenazo cuando corresponda, o poner el hombro para que lloren y te moqueen la ropa, por que ha ocurrido una hecatombe mundial (la chica/el chico de sus sueños les ha dicho que no le gusta y se va a terminar el mundo en breve), y ya nadie más será tan importante como esa persona que hoy les ha dado calabazas. 

Tienen que aprender de sus errores, tropezar, caer, volverse a levantar, una y mil veces. Les queda mucho camino por recorrer, así que, voy a comprarle unas zapatillas nuevas, para que sepa, que yo estoy ahí, le doy el instrumento para andar, pero el camino, tiene que hacerlo él.


Las llaves de coche guardadas, que como entienden lo que quieren, pensará que en coche llega antes.

viernes, 21 de agosto de 2015

Solteros y sin compromiso.

     
















           Desde que son pequeños, van dando pistas de como va a ser su aborrescencia, aunque la verdad, es que siempre que llegan a dicha edad, superan nuestras expectativas, por muy preparados que pensábamos nosotros que estábamos...para esto, nunca lo estás.

Nos ponemos en situación: cola interminable en un supermercado cualquiera. Tu hijo, de cinco años que le gusta hablar con todo el mundo, y que además, la vergüenza para él, es simplemente una palabra que dicen los demás, por que él no tiene conocimiento de que susodicha cosa exista, se pone a hablar con el hombre que tiene delante (a ver, que era muy guapo, todo sea dicho de paso). Bueno, hasta ahí todo normal, tú le dices que le deje en paz, el hombre te dice que no te preocupes, que no pasa nada...bueno, todo sigue su curso normal. Hasta que el puñetero niño le suelta: ¿eres soltero? En ese momento se hace el silencio en la cola, la cajera mira al niño a punto de estallar de la risa, el hombre con cara de asombro, y tu haciendo sitio en el carro para poder meterte en él, y si es posible desaparecer entre los productos.

Muy amablemente, el hombre le contesta: sí, soy soltero. Y aquí viene ya el momento máximo, en el que ya te quieres morir, que la tierra te trague o que en ese momento, salga un águila gigante de las del Señor de los Anillos, y te lleve lejos del peligro...la contestación de mi hijo es: ¡Qué bien! ¡mi madre y yo, también somos solteros! Ahí es cuando la cajera estalla en carcajadas, el hombre sigue mirando al niño sin saber realmente que hacer o decir, la gente de la cola comentando la jugada, pero tu ya estás en Narnia, por que el carro tenía una puerta astral oculta que te ha llevado allí...o eso es lo que quisieras.

Ahora bien, ha llegado el momento, en el que mi hijo ya empieza a salir con chicas y esas cosillas normales de su edad. ¿Os imagináis que haga lo mismo? Me voy al lugar donde el suele reunirse con sus amigos, y a la que a mi me guste para él, voy y le digo: ¿estás disponible? ¡es que mi hijo y yo, si lo estamos! Ya me estoy imaginando la cara de ella, diciendo: la loca de los gatos existe y quiere ser mi suegra. Y a mi hijo pensando: voy a buscar el carro de la compra que lleva a Narnia, y ya si eso, vuelvo en otro momento.

No debemos olvidar, que fuimos aborrescentes, y siempre algo queda...así que aborrescentes de la actualidad, no nos subestiméis, que somos como vosotros, pero con mucha más experiencia, y eso, nos convierte en profesionales a la hora de la revancha...son muchas las que os debemos.

Volveré.....




jueves, 20 de agosto de 2015

Ardilla







Llega tu cumpleaños, y como sabes que mejor que tú, no te regala nadie, pues vas y te haces un regalo, unas gafas de sol, que ya te iban haciendo falta....y al tercer día, ¡no las encuentras por ningún lado! En ese momento piensas: tengo la cabeza perdida, a saber donde las he dejado.

Tienes que salir a trabajar fuera, y paseando de camino al lugar, de repente ves una camiseta que hacía siglos que buscabas, y a ver, no te hace falta para vivir, pero te la compras, por que si no lo haces, seguramente, tardarás milenios en volverla a ver. Llegas con tu súper camiseta a casa, y al tercer día, vas al cajón y ¡SORPRESA!, ¡qué tampoco está!...y vuelves a pensar: madre mía, ¿donde puñetas la habré metido?, y te vas pensativa al sofá, ya preocupada por tu estado mental, o si es que a los artículos que compras últimamente, les ha dado por resucitar y pirarse de tu casa (que ya no descarto nada).

Una de tus amigas, que te nota preocupada por el asunto, y te ve desanimada, por otros motivos, para alegrarte un poco, te invita a tomar un café, y de repente te regala un bolso deportivo, para cuando vayas a hacer deporte (ya mañana, si eso) y se lo agradeces, y te encanta. Llegas a casa toda contenta, lo guardas para estrenarlo en unos días....y cuando llegas a por ella....¿qué?, ya os lo imagináis, ¿verdad? Justo, ya no está....y ahí, empiezas a mosquearte, y se te enciende una bombillita en tu cabeza que te dice: ¿no será....? pues vamos a averiguarlo.

Al día siguiente, sales toda decidida, y vas y te compras unas bragas, si, así tal cual, pero además de esas de cuello alto, que molan mucho. Pues oye, no te lo querrás creer, pero ¡NO DESAPARECEN! Como si las quieres tener allí años, lustros, décadas, ¡que no se mueven del sitio! Y entonces ya está claro....¡el aborrescente se está haciendo un ajuar a tu costa!

Vas a su habitación, empiezas a abrir cajones, y donde menos te los esperas, como ardillas que guardan la comida para el invierno, ¡están todas tus cosas!, pero no sólo las que habías echado de menos, ¡noooooo! también está el hinchador de colchonetas, ¿para qué? ¡pues yo que se, pero ahí está!, el camping gas (sin el gas, claro), que oye, lo mismo es que el chiquillo se quería ir de camping y ¡lo estaba preparando a plazos!. Y como te descuides, hasta te encuentras la dentadura del abuelo, que oye, si el niño te ha salido previsor, ¡¡¡pues ya está guardando para cuando toque!!! 

     En fin...no hay día que no te sorprendas con estos aborrescentes, y lo mejor, es que no sabes cuando va a terminar esta etapa. Así que respiramos hondo, y mañana, preparados para lo que sea, que quizá hagan que el día de hoy, sea un paseo por las nubes. Ahí lo dejo...bueno, ahí lo dejo, mientras voy buscando las llaves del coche, que hace tres días que nos las veo...que lo mismo han resucitado.


     Ana Marlo.

miércoles, 19 de agosto de 2015

¡¡Comienza la aventura!!

  



¡¡COMIENZA LA AVENTURA!!

     Y de repente te levantas un día, y te das cuenta, de que tu niño o niña, ya no es tan pequeño….ha mutado. Y ha mutado, en un ser que apenas conoces: tiene granitos, habla como un polluelo que se ha tragado un pito o un megáfono (depende del momento) y que además, de la noche a la mañana, ¡sabe más que el mismísimo Einstein!, así que ¿quién eres tú, para llevarle la contraria, a la mente más privilegiada del mundo mundial?…pues eres su madre, y al igual que la madre de Einstein, seguro que más de una vez se quedó con ganas de darle un sartenazo. Porque no nos engañemos, por esto pasamos todas las madres y padres, unos antes que otros, pero todos pasamos por nuestro calvario aborrescente particular. 

     ¿Por qué lo llamaremos aborrescencia?, pues por que la adolescencia, es un término muy ligero para lo que se nos viene encima a partir de ese día: sacadas de pecho (para demostrar que son los dominantes), miradas por encima del hombro (para que quede claro que ya son más altos que tú), y teorías absurdas sobre todo (para demostrar que somos los archienemigos, además de tontos e ignorantes de la vida…¡que sabremos nosotros!). 

     Lo que no saben, o no se acuerdan, es que los adultos, poseemos un don que ellos adquirirán con la edad, al igual que lo hemos hecho nosotros….las zapatillas teledirigidas, que realmente es algo psicológico, nunca llegas a quitártela, pero como la leyenda urbana de que nunca fallamos, está ahí, nos echamos unas risas de verlos correr solo con agarrar el zapato. En ese momento, toda la sabiduría que los envolvía, y el pecho de macho alfa, queda convertida en una carrera a tropel que no les lleva a ningún sitio, pero que hacen que recuerdes tu aborrescencia por un momento…aunque, que puñetas, ¡nosotros no éramos así!…¿o sí?
Lo iremos averiguando.



Ana Marlo