miércoles, 19 de agosto de 2015

¡¡Comienza la aventura!!

  



¡¡COMIENZA LA AVENTURA!!

     Y de repente te levantas un día, y te das cuenta, de que tu niño o niña, ya no es tan pequeño….ha mutado. Y ha mutado, en un ser que apenas conoces: tiene granitos, habla como un polluelo que se ha tragado un pito o un megáfono (depende del momento) y que además, de la noche a la mañana, ¡sabe más que el mismísimo Einstein!, así que ¿quién eres tú, para llevarle la contraria, a la mente más privilegiada del mundo mundial?…pues eres su madre, y al igual que la madre de Einstein, seguro que más de una vez se quedó con ganas de darle un sartenazo. Porque no nos engañemos, por esto pasamos todas las madres y padres, unos antes que otros, pero todos pasamos por nuestro calvario aborrescente particular. 

     ¿Por qué lo llamaremos aborrescencia?, pues por que la adolescencia, es un término muy ligero para lo que se nos viene encima a partir de ese día: sacadas de pecho (para demostrar que son los dominantes), miradas por encima del hombro (para que quede claro que ya son más altos que tú), y teorías absurdas sobre todo (para demostrar que somos los archienemigos, además de tontos e ignorantes de la vida…¡que sabremos nosotros!). 

     Lo que no saben, o no se acuerdan, es que los adultos, poseemos un don que ellos adquirirán con la edad, al igual que lo hemos hecho nosotros….las zapatillas teledirigidas, que realmente es algo psicológico, nunca llegas a quitártela, pero como la leyenda urbana de que nunca fallamos, está ahí, nos echamos unas risas de verlos correr solo con agarrar el zapato. En ese momento, toda la sabiduría que los envolvía, y el pecho de macho alfa, queda convertida en una carrera a tropel que no les lleva a ningún sitio, pero que hacen que recuerdes tu aborrescencia por un momento…aunque, que puñetas, ¡nosotros no éramos así!…¿o sí?
Lo iremos averiguando.



Ana Marlo 

No hay comentarios:

Publicar un comentario