Ya es de noche. Los aborrescentes quieren salir, y como no, han hecho el “sorteo” y te ha tocado hacer de taxista esta vez (y las cuarenta anteriores, y las que te quedan). ¡Que suerte la nuestra, llevar a cuatro aborrescentes en el coche, poseídos por la fiebre del sábado noche!
Y para ir ambientando, ya te ponen la música adecuada durante el trayecto, que no sabes, si tirar el CD por la ventana, frenar y que se bajen ellos, o ambas cosas.
En fin, voy a respirar hondo, no ponerme nerviosa, tomarme una taza de gasolina y echar café al coche, que empieza mi turno, y no quiero perder el sur.
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